¿A quién no le ha tocado escuchar, por los pasillos de cualquier empresa, que hace falta ponerse más la camiseta? Esta frase es acompañante habitual del ‘pero‘, bajo fórmulas tales como “hace muy bien su trabajo pero le hace falta ponerse más la camiseta”.
Yo considero, humildemente, que ahí hay un error conceptual. De alguna forma, parecería que eso de ponerse la camiseta está dentro de las obligaciones contractuales. Y en realidad, a mi modo de ver, el contrato de trabajo implica una transacción bastante directa en la que una de las partes aporta sus servicios, su fuerza de trabajo, y la otra parte se compromete a remunerar ese aporte con una suma de dinero acordada previamente. Así de corto, así de sencillo. Hay uno que trabaja, y hay otro que paga por ese trabajo. Fin.
Ponerse la camiseta es un extra. Sin embargo, en algún momento, no se sabe bien cuándo, empezó a exigirse -o al menos a esperarse- que la parte que trabaja no sólo cumpla con su trabajo, sino que además se comprometa con el empleador, que se sienta parte del equipo, que se ponga la camiseta. Incluso, se ha llegado a un punto en el que pareciera una responsabilidad del trabajador. Si te descuidás, incluso pareciera que cuando se dice que “hace falta ponerse más la camiseta“, de hecho hiciera falta.
Yo me pregunto, ¿hace falta?
Se me ocurre que, en realidad, esta metáfora de la camiseta tiene todavía algunos recovecos que quedan por explorar, para entenderla a fondo.
Cuando se habla de ponerse la camiseta, uno se hace la imagen mental del jugador de un equipo, pero las cualidades o actitudes asociadas con ‘ponerse la camiseta’ están más cerca de la figura del hincha. Entonces, el mensaje escondido en esta metáfora es que se espera que el jugador sea también un hincha de su equipo.
Mi problema con esto es que no funciona. No es realista. En ningún lado dice que la relación contractual del jugador lo obliga a ser hincha del club. Asimismo, el empleador no puede exigir al empleado que sea hincha de hacer su trabajo en esa empresa. La responsabilidad no puede estar de ese lado, no es realista esperar que el jugador tenga la responsabilidad de sentirse hincha, ni esperar que el empleado sea responsable de crear y mantener un compromiso con la empresa, más allá del compromiso contractual. La responsabilidad de crear las condiciones para que uno quiera ponerse la camiseta, está del lado del dueño de la camiseta.
Del mismo modo, es ilógico esperar que la responsabilidad de hacer que una marca crezca, y que tenga un mayor volumen de mercado, recaiga sobre los consumidores. Si vendés alfajores y de repente ves que estás vendiendo cada vez menos, no es razonable reclamarle a los consumidores que se pongan la camiseta de tu empresa y vuelvan a comprar alfajores. Es la marca la que tiene la responsabilidad de tentar y atraer al consumidor, de darle motivos para que la elija. Es el club el que tiene que tentar y atraer a su gente, darle motivos para que quieran ser hinchas. Y es también la empresa la responsable de tentar y atraer a sus empleados -presentes y futuros-, de darles motivos para querer trabajar ahí, para querer ser parte de su equipo, para querer contribuir.
Tal vez, se me ocurre, lo que hace falta no sea ponerse más la camiseta, sino crear una cultura en la que, con o sin camiseta, uno se sienta parte.
Y te dejo la pregunta picando... ¿qué hace tu organización para que su gente quiera ser parte, para que quiera contribuir, para que quiera ponerse la camiseta?