De eso se trata la Inteligencia Emocional, de poder traer la inteligencia a nuestras emociones y descubrir nuevas formas de ser mejores jefes, amigos, esposos, padres, colegas…seres humanos.
Con el avance de las neurociencias, cada vez más investigaciones demuestran que con solamente ser inteligente a nivel intelectual, no alcanza; que es preciso también desarrollar la Inteligencia Emocional para ser más efectivos: poder desarrollar vínculos genuinos, de calidad y sostenibles en el tiempo.
Si logramos comprender a nuestras emociones, para qué vienen a nuestra vida en ese momento y actuamos acorde a ello, obtendremos beneficios no sólo a nivel de nuestras relaciones, sino en nuestra salud, algo que cada vez más estudios demuestran. Nos sentiremos mejor con nosotros mismos incluso a nivel corporal. Por el contrario, cuando no atendemos a nuestras emociones ni las encauzamos de forma adecuada, aumentamos el riesgo de enfermarnos.
Lejos de lo que se creía anteriormente de separar la razón de la emoción, las emociones son las que conectan la razón con nuestro cuerpo. Podemos elegir utilizarlas como un puente para conectarnos con nosotros mismos, con nuestra salud y ser más felices.
Comparto tres claves para comenzar a andar este camino:
Las personas emocionalmente inteligentes son aquellas que pueden registrar lo que les pasa a cada momento. Utilizan sus emociones como guía hacia la acción, comprendiendo para qué se les presenta esa emoción en su vida, y logran retomar una actitud positiva que les permita seguir adelante. Como la alquimia, logran transformar el carbón en oro, transformando lo negativo a positivo. Toman la responsabilidad de sus resultados y aprenden de cada situación.
Somos el reflejo de las personas con las cuales más tiempo pasamos. Las personas que son inteligentes a nivel emocional, se rodean de gente positiva. Están abiertos a conocer a nuevas personas, diversas. Saben que lo realmente importante está en el interior, por eso se dan el tiempo para conocer a los personas de manera profunda sin dejarse llevar por las apariencias y luego, de seleccionar cuidadosamente sus amistades.
Las personas con alta inteligencia emocional, cuidan muy bien sus pensamientos y palabras porque saben que éstos crean su realidad, expresan gratitud. Equilibran muy bien el pensamiento crítico con el reconocimiento sincero. Ven lo bueno en el otro, no sólo aquello que tiene que mejorar. Trabajan y se esfuerzan para lograr sus metas, pero se toman el tiempo para celebrar sus logros. Reconocen a los demás de forma auténtica y oportuna. Son agradecidos con la vida y con las personas por las cosas buenas que les suceden.