La cultura empresarial proporciona a las organizaciones valor para trascender en el tiempo. A pesar de ser factor de éxito, muchas veces se le presta poca atención formal. Sería más productivo gestionar y desarrollar activamente la cultura para mejorar la retención y el desempeño de los colaboradores, lo que influye directamente en la rentabilidad y el crecimiento de la organización.
Pero, ¿por dónde empezamos?
1- La identidad.
El trabajo comienza cuando se pone en marcha el branding y se declara la identidad mediante la misión, la visión y los valores. Las podes determinar haciéndote las siguientes preguntas:
Misión = ¿Por qué existimos?
Valores = ¿En qué creemos?
Visión = ¿Qué queremos ser?
2- Las personas.
Ninguna empresa puede construir una cultura coherente sin personas que compartan sus valores o bien, estén dispuestos a adoptarlos. Por ello, es muy importante, a la hora de atraer y retener talento, detectar el talento y tener en cuenta no sólo las habilidades técnicas sino además los objetivos y valores personales, para ver en qué medida están o no alineados con la organización.
3- La historia.
Toda organización debe tener la capacidad de contar y descubrir la historia, el trayecto y los caminos recorridos de la organización a lo largo del tiempo. Son un elemento central de la creación cultura.
4- El lugar.
Es importante tener un entorno amigable en donde se pueda interactuar: las puertas abiertas y la flexibilidad pueden ser muy propicios para incentivar a la colaboración.
5- El liderazgo positivo.
La honestidad y el buen trato generan ambientes de admiración y confianza. Liderar por convicción replica las acciones y comportamientos.
Hay más factores que influyen en la cultura, pero estos 5 pueden proporcionar una base firme dado que se centra principalmente en la imagen de marca que proyecta una empresa.