Los conflictos siempre existieron, forman parte de la vida, ya sea en el trabajo, en la familia o en las amistades. Los seres humanos somos bastantes complejos y usualmente tendemos al conflicto. El conflicto es un fenómeno dinámico que surge entre dos o más personas, es una realidad que se mueve entre dos dimensiones: la racional, de carácter objetivo, y la emocional, de carácter subjetiva.
Los motivos que provocan la aparición de conflictos son variados, pueden ser el resultado de diferencias personales (por tener distintas creencias o valores), de características humanas conflictivas (orgullo, indiferencia, envidia, etc.) o deberse a causas de nuestro entorno o contexto (la asignación de tareas, la duración de las reuniones, los estados de ánimo).
Suele creerse que el conflicto es siempre negativo, pero esto no es del todo cierto.
Pensar que desaparece, es como querer tapar el sol con un dedo, lo cual no es posible. Siempre que se presente un conflicto debe buscarse su solución. De lo contrario, los resultados pueden ser peores, ya que normalmente crecen con el tiempo hasta convertirse en una situación aun más difícil de manejar.
Aunque es común tener algunos conflictos, sí es posible reducirlos al máximo trabajando en forma ordenada, planificando y mostrando inteligencia emocional. Tal vez no desaparezcan los conflictos, pero los que se presenten serán mucho más manejables.
Los conflictos deben obligarnos a evaluar nuestras actitudes y comportamientos. Son una oportunidad para ampliar nuestra visión, nuestros horizontes, porque existen otras opciones, otra forma de hacer las cosas que no tienen que ser ni mejor ni peor que la nuestra. Pero si somos capaces de dialogar y de abrir nuestra mente, podemos darnos cuenta de que hay otras posibilidades.
El conflicto puede mejorar el proceso de toma de decisiones, al forzar a las personas a cuestionarse sobre lo que está en la base de dichas decisiones.
Algunas recomendaciones puntuales para prevenir y resolver los conflictos :
Por lo tanto, aunque suele creerse que el conflicto es siempre negativo, no es del todo cierto: gestionado con eficiencia y eficacia puede ser una oportunidad de crecimiento. La clave radica en saber cómo gestionarlo, y en comprender que el conflicto, en sí mismo, no es ni bueno ni malo, simplemente es.